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Fotografía de: Claudia Gabriela López Carmona

México es un país diverso y complejo, ya que al hablar de su identidad y su formación social debemos de mencionar su diversidad, de aquella mezcla que se produjo a partir de la Conquista entre la población originaria, los europeos y los africanos; y si bien, se habla del mestizaje entre indígenas y europeos, poco se menciona acerca de la población negra, esa historia, que también es la nuestra, y que durante años ha sido invisibilizada: nuestra afrodescendencia.

Durante este texto académico haremos un recorrido geográfico del pueblo negro en México, en especial de las autodenominadas tribus negras, y sus aportes culturales, al tomar un especial énfasis en la tribu de los negros Mascogos, al norte del país.

Como lo mencionamos anteriormente, la historia de las personas africanas en América, y en específico en nuestro país, tiene su inicio en el Virreinato en el siglo XVI, cuando los españoles trajeron esclavos para los trabajos en los puertos, talleres, cocinas y mercados. Los primeros grupos que llegaron fueron mandigos y wolofs de África Occidental y bantúes del centro de aquel continente, los primeros asentamientos fueron en conjunto con grupos indígenas mayas y otomíes (Velázquez y Nieto 2012).

En México, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI, 2020) el 2% de la población total se auto-reconoce negra, afromexicana o afrodescendiente, al ser los Estados de Guerrero, Oaxaca y Veracruz las entidades con mayor presencia, mismas que nacieron durante el Virreinato en las grandes haciendas de cacao, algodón y ganaderas. A diferencia de diversos países latinoamericanos, aquí, la mayoría de los afrodescendientes obtuvieron su libertad en poco tiempo. Felix Haywood (Bermúdez, 2021), mencionó:

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“En México podías ser libre. A ellos no les importaba de qué color fuera tu piel: negra, blanca, amarilla o azul. Cientos de esclavos huyeron hacia México y les fue bien. Supimos de ellos y que se hicieron mexicanos. Criaban a sus hijos para que hablaran sólo mexicano".

Fotografía de Claudia Gabriela López Carmona

En entrevista con Sergio Ferrer -importante periodista dedicado a la defensa de los afrodescendientes en nuestra nación- nos comentó sobre la movilización de los grupos afros en el país y la creación de la Ley de Derechos Indígenas y Afromexicanos, apoyada por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), donde se les reconocen como un grupo social. Existen organizaciones que llevan más de 15 o 20 años en lucha y defensa por su reconocimiento, no sólo como indígenas o afromexicanos, sino como tribus negras -como algunos grupos se autodenominan- tal como los Mascogos, acentados en el estado mexicano de Coahuila.

Sin embargo, en la mayoría de los foros que se realizan con respecto a la negritud, se convoca y participan solo grupos de Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Morelos -que son los principales activistas en el tema de la afrodescendencia- mientras se dejan segregados a los grupos del norte: las autonombradas tribus negras.

Y si bien se habla de los descendientes africanos del sur, poco se menciona de la llegada de negros provenientes desde el norte hacia el sur a través del río Bravo entre 1821 y 1866, los cuales, eran esclavos negros de las haciendas algodoneras, sobre todo en los territorios estadounidenses como Texas, Carolina del Sur, Georgia y Alabama; personas dominadas que huyeron, y buscaron su libertad y mejores condiciones de vida, al radicar al norte de nuestro país.

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Los Mascogos son el resultado de un mestizaje entre los esclavos negros que llegaron a Estados Unidos y grupos indígenas originarios de ese mismo país; así nacieron algunos negros cimarrones o los seminoles, liderados por Juan Caballo. Al llegar a México, en 1851 se les permitió asentarse en el municipio de Múzquiz, Coahuila, en el sitio llamado El Nacimiento (Muñiz, 2017, p. 4-5).

Entre los primeros defensores por los derechos de los negros, además de Juan Caballo, se deben mencionar algunas mujeres como su hermana Juana, Nancy Kibbitts, y Kitty Johnson, quienes son las primeras que señala la historia como figuras importantes en el proceso de lucha de dos tribus: los Mascogos y los Kikapú (GC, 2013, p. 37).

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Grabado de Juan Caballo tomado de Morales, Medellín, 2012, p. 6

Es importante hablar de estas defensoras porque a su vez, la historia nacional las ha omitido; aun cuando se debe tener presente que el 50.4% de la población que se autoadscribe como afromexicana en todo nuestro territorio son mujeres; aún siglos después de la llegada femenina de color negro, varias continuan la lucha por sus poblaciones, como es el caso de Arely Argentina Vázquez Delgado, Karen Conrintia Torralba Amador y Nayeli Guadalupe Palao Lira, quienes encabezan un proyecto que busca fortalecer a las Mujeres de la Tribu Negra Mascoga, mediante la socialización de sus derechos colectivos, para prevenir y erradicar la violencia de género (Ferrer, 2021).

Este tipo de proyectos son consecuencia a las alternativas limitadas que se tienen dentro de la tribu, ya que en términos de educación el máximo grado al que pueden aspirar es terminar la secundaria, dado que dentro de la tribu sólo existen escuelas a nivel básico, por ende, si quieren continuar con sus estudios, tienen que migrar a otros lugares, razón por la cual muchas mujeres truncan sus estudios (GC, 2013, p. 47). Además, la mayoría de ellas son el sustento de sus familias, porque algunos hombres de la tribu migran a Estados Unidos, debido a diversos factores como las sequías, la muerte de ganado y la falta de empleo.

Uno de los puntos más importantes, es el hecho que el grupo social Mascogo, no ha querido ser identificado dentro de la "reciente" categoría  llamada afromestizo(a) o afromexicano(a), ya que se rehúsan hacer mencionados de esa manera y prefieren identificarse como Tribus Negras o Negros Mascogos; lo cual, esta tribu considera que es una forma de guardar elementos vivos de su herencia, de que su nombre no desaparezca por una nueva identidad o una nueva cultura en la que se desarrolla.

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Por identidad cultural, estas tribus negras norteñas mantienen todavía importantes festividades de sus ancestros, que aún se celebran en Estados Unidos, como el Día de los Negros -que conmemora la abolición de la esclavitud, cada 19 de junio-; existen algunas diferencias entre ambos festejos realizados en México y la Unión Americana; en el caso mexicano de los Mascogos, se lleva a cabo bailes con grupos musicales, cabalgatas, asimismo, usan vestimentas de la tribu y elaboran su comida tradicional; además, todo lo anteriormente mencionado proviene de una mezcla de tradiciones desde sus orígenes.

 

Cabe mencionar que su gastronomía es única, con platillos como el soske, tetapún, empanadas de calabaza, asado de puerco con chile colorado, pan de mortero, frijoles rancheros, ensalada de papa con huevo, arroz, ensalada de pollo, panecitos y cortadillo, resultados de una mezcla de la cocina estadounidense y de la del norte de México (Muñiz, 2017).

Al igual que diversos grupos afrodescendientes, los Mascogos poseen cánticos espirituales, religiosos y narrativos de sus historias, el más importante y conocido es el Capeyuye, mismo que ya es parte del inventario del patrimonio cultural inmaterial de México, y se toca y canta en su principal celebración, el Día de los Negros.

Relevante es repensar la historia y recuperar la memoria. Visibilizar lo que durante siglos ocultamos, pensar que lo que vemos como lo otro, no es ajeno, no es algo lejano, es parte de nosotros y de lo que hoy en día somos. 

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Fotografía tomada de tomado de Morales, Medellín, 2012, p.  22

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