...SER NEGRA EN MÉXICO
El Pantone, de color más obscuro, en la piel de algunas mujeres en este país, ha sido una de las Transgresiones Culturales más violentas, discriminatorias, excluyentes de la historia mexicana con nuestra tercera raíz: la negritud.
MUJER – NEGRA – MEXICANA
3 apelativos con sentencia al racismo y el castigo
… cada uno por separado es provocado por el machismo nacional, que se adhiere al patriarcado y es un prejuicio social global.
… y juntos son la combinación perfecta para ser marcada, señalada y marginada, desde su nacimiento, en las tantas fronteras xenofóbicas
William Grisby, artista nicaragüense, “Negra”, 2019. Acuarela
De piel más obscura que la “nuestra” morena…
La “blanca” Conquista trajo consigo –en condición de esclavitud- a la geografía del Nuevo Continente una epidermis de distinto color al pigmento de dermis de las civilizaciones prehispánicas: gente negra, a la que los invasores y profanadores de tez clara no consideraba humana, sino que la cosificaba, tal y como intentaron hacer en su encuentro con los pobladores originarios de lo que se llamaría América.
Lamentablemente, desde entonces, impera la ridícula y racista idea de cierta “superioridad” y/o dominio de tono blanco ante el color de piel morena de nuestros pueblos indígenas, así como en el matiz más obscuro de los grupos afrodescendientes en su negritud.
A través de los siglos, la dominación blanca ha tratado de borrar distintas tonalidades a la suya, sobre todo las más obscuras en el recubrimiento y vestimenta corporal, pero la resistencia de pieles morenas y negras -herencia indígena y afromexicana- persisten al tiempo y en distintos espacios en este territorio nacional, porque también es “nuestra” la piel más oscura, la negra.
México, un tratado de invisibilidad y olvido de la presencia de una negritud
La ignorancia de que en México, desde la Colonia, sólo existen grupos indígenas -en una total exclusión y poca valoración humana y cultural- además del “honorable” y canónico binario mestizaje ¡es aberrante!; ya que, asimismo, otro cuerpo social fue instalado, explotado y esclavizado por los mismos colonizadores en este espacio patrio: gente ancestral, al igual que nuestros antepasados prehispánicos, quienes aún pisan parte de nuestro mismo suelo; a quienes los imperios blancos castigaron y denigraron aún más por tener el color de piel contrario.
“Esos” que fueron arrebatados de su mundo por los conquistadores; y desde el continente negro -la madre África- los transportaron por aguas del Atlántico hacia tierras mexicas; hombres, mujeres y niño(a)s que viajaron por una infinidad de días enteros en condiciones lamentables e insalubres como esclavos y esclavas, gente de un color distinto a los habitantes del territorio precolombino; quienes en su mayoría, al paso del tiempo, en indistintos actos se relacionaron y/o emparentaron con la otra “otredad” (bajo la visión imperialista española): se mezclaron radicalmente con nuestras comunidades indígenas y formaron gran parte de la identidad de este país.
Tal fue la fuerza y magnitud de este intercambio, unión y mezcla entre ambos grupos étnicos, entre pieles morenas y negras, que su gran fusión, cuestionablemente llevó por muchos años a caer en el olvido acerca de la presencia africana aquí, en una buena parte del contexto mexicano; pues “relativamente pocos” colectivos negros quedaron segmentados en su originaria raíz africana… aunque totalmente marginados y en silencio en la memoria mexicana, y devastadoramente hundidos hasta en las páginas de nuestra crónica nacional en general.
Así sucedió en esta parte del Nuevo Continente, pues en su restante geografía, los grupos de color se situaron firmemente al margen, congregados y alejados tanto del imperio blanco, como del resto de los pobladores originarios colonizados, por tal motivo es más evidente y común, desde la Conquista, la significativa presencia y visibilidad de la negritud en casi todo el Espacio Caribe, Brasil, Colombia, y en otros países latinoamericanos en el cotidiano de sus vidas; mientras en México, hasta antes del nuevo siglo, se veía con extrañeza y/o rechazo a cualquier persona de tez negra y cabello afro; la injusticia más grande era no pensarlos como mexicanos o mexicanas, simplemente como algún extranjero perdido por aquí o en el peor de los casos se estigmatizaban sin razón alguna, más que por su color de piel.
Es indignante que por tantos años se haya negado la existencia de poblaciones afrodescendientes en gran parte del territorio nacional: de norte a sur, y cohabitar en un total desconocimiento decimonónico. Como nación, debemos nuestro total agradecimiento a cada investigador(a) que ha entregado a este país el exquisito legado del saber acerca de nuestra hermandad de color y la rica e interesante historia de la negritud mexicana, estudioso(a)s quienes han luchado junto con los pueblos negros por su reconocimiento en la historia y geografía local desde el siglo pasado; y así, a su vez, se debe cargar con la vergüenza de que no es hasta en la segunda década de este nuevo siglo XXI, que el presente gobierno mexicano reconoce la deuda de la presencia de grupos afromexicanos.
La realidad actual en México es que varias de nuestras comunidades afrodescendientes, de inigualable valor se llaman así mismas tribus negras, pueblos negros, etc. sin ningún miedo a pronunciar la palabra con “N” –como en otros lugares del planeta – aquí, se autonombran y prefieren que se les enuncie con una total dignidad plena como NEGRO o NEGRA - al contrario de lo controversial que este vocablo provoca en otros rincones del mundo y se le considera discriminatorio– en una muy distinta posición los habitantes afromexicano(a)s lo que buscan es resignificar entre sí y ante el resto de la humanidad esta palabra referida al color de su piel, y así reafirmarla con orgullo y fortalecerla, sin negar su color, rasgos y cultura.
... ser NEGRA en México
En esta ocasión, desde la Universidad Iberoamericana, la Maestría en Comunicación y junto con el alumnado del semestre otoñal 2021, para y en la materia de Estrategias de Investigación Creativa, se abordará un tema imprescindible en un país lacerado de racismo y olvido: México, lugar que tiene una deuda histórica y que ha mantenido a lo largo del tiempo al margen a sus comunidades afrodescendientes, y en especial a la MUJER, quien en sí misma padece de una violenta discriminación a nivel nacional exclusivamente por el hecho de su ser femenino, y mayor aún como AFROMEXICANA.
Con la intención de integrar algunas vivencias directas con pueblos de negritud, corremos con la enorme suerte de contar con dos mujeres que conforman parte de este pequeño, pero especial y auténtico grupo académico, quienes orgullosamente darán testimonio de viva voz, acerca de cómo es ser una afromexicana en este país y una indígena-afrodescendiente. Además, a manera diplomática se incluirá la experiencia de una alumna extranjera, quien asimismo es parte de este colectivo, acerca de cómo viven la problemática de la cabellera afro las mujeres afrocolombianas -uno de los subtemas a tratar en esta página web- al igual que la padecen las negras en México.
En esta tierra mexicana, la mujer solamente por el simple hecho de nacer bajo su género, su color, su desventaja económica y/o al ser vulnerablemente expuesta, sufre las consecuencias que un Estado no ha podido y tampoco ha querido resolver: la marginalización, los secuestros, la trata, las desapariciones, desplantes, maltratos, violencias físicas, psicológicas y emocionales y hasta la muerte. Es así que con respecto a la historia de este país, siempre y en cualquier región ha estado presente el impositivo aprendizaje hegemónico que busca “domar” y subyugar a la mujer mexicana: indígena, negra, morena, campesina o citadina, quien tristemente no ha logrado su total abolición de sometimiento, y una gran mayoría se mantienen prisioneras bajo el yugo del imperio masculino de cualquier tez; pues no es privilegio del blanco únicamente la dominación y maltrato al género femenino.
En este sitio el lector encontrará sólo “algunas” de las tantas transgresiones culturales por las que atraviesan aquí, en este espacio mexicano, nuestras COMPATRIOTAS NEGRAS -hermanas geográficas y/o de herencia étnica- mismas violaciones en indistintas prácticas sociales que han sufrido otras mujeres, de piel obscura, en distintos tiempos y diferentes espacios en el mundo entero; el racismo no se extingue al pasar de la historia, lamentablemente se multiplica, y aparece y reaparece como un foco de infección para el sentido humano, pero indudablemente se instala con mayor fervor en nuestras MUJERES NEGRAS.
MUJER NEGRA MEXICANA
3 palabras
que colapsan ante la igualdad, la justicia
y el reconocimiento
3 apelativos
que deben dar pie al verbo SER en toda su extensión
3
3 vocablos
que juntos deben ser fuerza, orgullo y respeto
3 elementos
léxicos
con contenido semántico pleno,
amén frente a la violencia extrema que padecen
“… ¿Y qué? ¿Y qué?
¡Negra! (sí)
¡Negra! (soy)
¡Negra! (negra)
¡Negra! (negra soy)
… y voy a reírme de aquellos que por evitar "según ellos"
que por evitarnos algún sinsabor llaman a los negros gente de color
Y de qué color ¡Negro!
Y que lindo suena ¡Negro!
Y qué ritmo tiene
¡Negro!, ¡Negro!, ¡Negro!, ¡Negro!...”
extractos del poema “Me gritaron NEGRA” de Victoria Santa Cruz (Afro-Perú)
Fotografía de Lourdes Christlieb, “Lágrimas negras”, verano 2021
... ser NEGRA en México
Por esta vez, la construcción de una página web colectiva constará y constatará acerca de la MUJER NEGRA EN MÉXICO; será una breve muestra de sólo algunas de sus tantas TRANSGRESIONES CULTURALES que padecen las MUJERES AFROMEXICANAS: desde sus rebeldes y tejidas cabelleras afros; el estereotipo y la estigmatización de su cuerpo negro, del cual se desprenden temibles diferencias con respecto a su apariencia física, la cual se vincula mal con una posición social y económica; así como al ser esclavas o seres libres, casi siempre se mantuvo una continua relación con respecto a su complexión y color, tanto en un pensamiento racista oriental, como occidental, con dos labores en las que se etiquetan a las mujeres negras: la prostitución y/o la “domesticación”; el sufrido rechazo y maltrato por su color de nacimiento, además de su género femenino, por las que son castigadas, repudiadas y aún más marginadas; hasta el endeudamiento histórico y la invisibilidad de sus tribus negras en un lacerante México desconocido al norte del país.
Y para clausurar este trabajo de investigación digital acerca de la negritud femenina nacional, y como parte de sus transgresiones culturales, seremos testigos de primera mano, a través de dos narraciones personales, de lo que padece una mujer de color (negra o morena) en esta nación; pues al ser una joven afromexicana o una mujer indígena-afrodescendiente - quienes además de ser sumamente preparadas intelectualmente, a pesar de lo que el común de la gente pensará de su origen -hoy debemos darles voz a esta juventud permeada por su color de piel y su herencia cultural, para que sean ellas las que denuncien, en nombre del resto de sus compañeras de género, color y nacionalidad, las atrocidades y cómo han logrado sobrevivir en un mundo y un Estado tan discriminatorios.
Además sus testimonios contarán para prevalecer en una memoria no concluida de lo que fueron y lo que son sus comunidades afrodescendientes de manera directa y en primera persona; darles la palabra a estas valiosas mujeres para que nos cuenten sus historias de vida, es y significa: ser empáticos y aprender de otras culturas, que forman con dignidad la nuestra.
William Grisby, artista nicaragüense, “Cuerpo de tinta negra”, 2019. Acuarela
SER NEGRA EN MÉXICO
No es una elección, es una provocación de lo no evidente como tal, en el que se asumen los siguientes aspectos como el cotidiano, mas nunca como una transgresión cultural por su trato:
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Cabelleras negras y afros
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Cuerpo negro femenino mexicano
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“Domesticación” con tez morena y/o negra
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Tribus negras
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Testimonios vivientes: Afromexicana e Indígena-afrodescendiente
… al mismo tiempo, y NEGRA al fin, la mujer afromexicana es combativa y confrontante, trabajadora, valiente y en constante lucha; junto(a)s honremos lo que se nos negó por tanto tiempo como parte de nuestra cultura nacional.
Mtra. Cecilia de la Paz Aguilar Castillo